Poder capitalista e inflación
Welbin Romero Jirón
9/11/2022
La aseveración de que la inflación es un problema de poder, es en buena medida cierta. La inflación es un fenómeno endógeno del sistema capitalista, desde Adam Smith la economía capitalista plantea que en un ambiente de competencia perfecta los únicos estímulos al aumento de la oferta son el aumento (relativo) del precio del bien en cuestión y la reducción (relativa) de costos. En este sentido, se debe esperar que los precios suban constantemente, como en efecto lo hacen y con lo cual hemos aprendido a convivir, lo hemos normalizado en el sentido de Gramsci.
En la vida real -no hay competencia perfecta, las cadenas productivas funcionan a partir de una empresa líder o un grupo reducido de empresas que ejercen la gobernanza en dicha cadena y normalmente tiene poder de mercado para influir en los precios, lo que llamamos poder monopólico-, la información es asimetrica y los estados nacionales intervienen en los mercados…, el problema se presenta cuando la inflación adquiere niveles elevados.
No obstante, ¿qué es un nivel elevado de inflación?, es algo sobre lo que los especialistas aún debaten, para el neoliberalismo actual, pareciera que algo encima del 5% anual es un nivel critico que requiere de un plan de estabilización; ajuste de las cuentas fiscales, en especial, reducción del gasto público y aumento de la tasa de interés bancarias -aunque en Nicaragua esto último no funcione, ya que la banca presenta uno de los comportamientos monopolistas de menor pudor en el país-, la depreciación de la moneda que se utilizó ampliamente en los setenta y ochenta, al parecer la han dejado de utilizar por su efecto inflacionario directo.
Investigaciones sobre la relación entre inflación y crecimiento unas apuntan a un vinculo negativos; a mayor inflación menor crecimiento (ver cualquier investigación del tema del FMI) y otras solo encuentran relaciones significativas después de niveles de 65% anual (ver Moreno-Brid, Rivas & Villareal, Inflación y Crecimiento Económico, investigación económica, vol. LXXIII, núm. 290, octubre-diciembre de 2014, pp. 3-23), una discusión breve del tema en Stiglizt, Joseph, El Precio de la Desigualdad, Taurus, 2012.
El excesivo énfasis que el neoliberalismo asigna a la inflación se debe a que los tenedores de dinero nacional pierden volúmenes significativos de dinero, originado en lo que denominan impuesto inflacionario, aunque a ellos les gusta decir que el énfasis es en defensa de los salarios. Hasta aquí, intento decir que es un fenómeno que le gusta a los capitalistas, pero solo hasta cierto punto, esto es el nivel en el que tiene la certeza que su precio relativo ha tomado ventaja sobre el resto, incluido los costos.
Por otro lado, hay distintos orígenes de la inflación, hay inflación originada en la demanda, un exceso de demanda provoca el aumento generalizado de los precios, el exceso de demanda puede estar generado en cualquiera de los elementos que la constituyen, también la inflación puede estar originada en un déficit de oferta, puede tratarse de inflación importada, valido para bienes finales, intermedios, insumos y materias primas, los tres últimos se denominan inflación de costos, como la que enfrenta el mundo actualmente.
Con lo cual no todos los procesos inflacionarios son controlados por el capital, ya que algunos casos se originan en deficiencias en el funcionamiento del mismo sistema capitalista. En lo que no hay dudas sobre el efecto del poder en los procesos inflacionarios, es en quien gana y quien pierde, en general, los que ganan son quienes pueden ajustar sus precios al ritmo de la inflación e incluso por encima de esta, y esos no son precisamente los sectores de menor ingreso.
Los asalariados, por ejemplo, no logran ajustar los salarios, el precio del trabajo, al ritmo de la inflación y en los casos que lo han logrado, por lo general, solo lo hacen con un ajuste a la inflación pasada, por lo que siempre hay perdida, que constituye a su vez la ganancia de los ganadores, los autoempleados, los negocios pequeños y medianos, también no logran ajustar sus precios al ritmo de la inflación, sus ventas dependen de los asalariados.
Adicionalmente, los asalariados deben enfrentar una nueva conceptualización, la inflación de salarios, como se ha dado en llamar al fenómeno en el que los aumentos de salarios se traducen en aumentos en el ritmo de la inflación, que aun cuando es un fenómeno poco estudiado, ya es motivo de recomendaciones del FMI, frente al aumento de la inflación no se deben incrementar los salarios para no echar leña al fuego, de hecho lo hicieron en la presente crisis (ver https://www.imf.org/en/Blogs/Articles/2022/10/05/wage-price-spiral-risks-appear-contained-despite-high-inflation?utm_medium=email&utm_source=govdelivery).
Inevitable la pregunta; ¿por qué si los capitalistas obtienen ganancias de niveles altos de inflación, la prefieren baja?, por que a medida que la inflación aumenta se incrementan los niveles de incertidumbre, si bien el capital es ganador en general, dentro de los capitalistas también hay ganadores y perdedores, y obviamente ninguno quiere ser perdedor y como acostumbraba decir un notable economista expresidente del Banco Central, centavito en mano…
En resumen, la inflación es un problema intrínseco a la economía capitalista que las sociedades hemos normalizado en aras del crecimiento, sin que haya consenso de los economistas, sobre el nivel que debe considerarse normal. Debido a desajustes en el funcionamiento de la economía capitalista, en ciertas circunstancias la inflación alcanza niveles que afectan la certidumbre de los agentes económicos. Y es en estos dos sentidos que la inflación es también un problema de poder; primero, en la puja capitalista porque su precio relativo crezca y segundo, por ser ganador entre los ganadores, una vez que la inflación se constituyó en un problema de requiere de atención.
De esta forma, los capitalistas, que en nuestros países se manifiestan con comportamientos monopolistas, gracias a las políticas de mercado -para nada- libre, ejercen su poder de negociación, coacción y cooptación frente a los sindicatos, negando el ajuste de los salarios, y frente a los negocios pequeños y medianos, vendiéndole caro los bienes intermedios, materias primas e insumos y en contraposición, comprándoles baratos los bienes finales, notorio en la producción agrícola de alimentos.
La economía política de la inflación, es un tema sobre el que aún hay que ahondar, el neoliberalismo ha creado un conjunto de conceptos alrededor de la inflación tendientes a facilitar las cosas al capital, de forma que las políticas de recorte o contención del gasto público con fines anti inflacionarios, se impulsan en defensa de los más pobres, los salarios no se ajustan para defender a los trabajadores, etc.
Desde la izquierda no se han desarrollado conceptos que efectivamente hagan una contra cultura a los conceptos que promueve el FMI, de lejos se escuchan a ciertos economistas en trabajos académicos, que poco llegan a los menos favorecidos, entre ellos a los Novel Stiglitz y Krugman, pero que aún está lejos de constituir una cultura alternativa para los trabajadores de todos los tipos.
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De: sepla_oficial@googlegroups.com sepla_oficial@googlegroups.com en nombre de Julio C. Gambina jcgambina@gmail.com
Enviado: domingo, 6 de noviembre de 2022 23:56
Para: SEPLA oficial sepla_oficial@googlegroups.com
Asunto: [SEPLA-Lista-Oficial3108] La inflación como cuestión del PODER
La remarcación de precios es una cuestión de poder
Por Julio C. Gambina
No hay duda de que la principal preocupación de la economía argentina, sobre todo para la mayoría de la población de bajos ingresos, es la elevada inflación, resultado del proceso de remarcación de precios, una cuestión de poder.
Desconocemos aun el índice de octubre pasado, que puede haber terminado con una suba de precios igual o superior que la de septiembre.
La inflación había alcanzado un pico en el mes de julio, con un índice del 7,4%, que descendió al 7% en agosto y al 6,2% en septiembre. Esa curva descendente puede revertirse con el resultado que revele en los próximos días el INDEC.
Es un hecho que en la perspectiva del 2022 la inflación anual se acerque al 100%.
No hay ingreso popular (salarios, jubilaciones o subsidios personales) que se acerque a ese nivel de evolución, expresión de la depreciación del dinero en la Argentina.
Muy pocos trabajadores y trabajadoras en organizaciones gremiales que han tenido capacidad de negociación colectiva para defenderse de la evolución de los precios pueden igualar o superar ese indicador
La mayoría de los ingresos populares fijos, sean salarios jubilaciones o planes sociales, no cubrirán de ninguna manera una canasta de precios que en promedio tiende hacia las 3 cifras, en torno al 100%. Claro, sin considerar que en ese promedio hay una cantidad de bienes y servicios que hacen a la reproducción de la vida cotidiana que crecieron por encima.
El problema inflacionario, insistiremos hasta el cansancio, lo sufren la mayoría de la población de menores ingresos, siendo en simultáneo un mecanismo de distribución del ingreso y de la riqueza que concentra ganancias y patrimonios en la minoría enriquecida de la población y actores económicos hegemónicos con independencia del origen del capital.
El que “puede”, remarca
¿Quién provoca las remarcaciones de precios, el incremento que deriva en elevada inflación?
Contestaremos con una tautología: “el que puede”. Cualquiera que este en condiciones de aumentar “puede” hacerlo, aun siendo un pequeño establecimiento comercial o industrial. Si “puede” incrementar el precio, lo hace. Enfatizo él “puede”, porque también insistiremos que la inflación es una cuestión de “poder”.
Remarca el que puede. Vale para un pequeño establecimiento, mediano o grande, pero la realidad es que son muy pocos los que tienen la capacidad de originar el fenómeno. Esos son los grandes operadores y fijadores de precios.
Ellos son los que en origen instalan una cadena de remarcación que se puede, de algún modo, generalizar al conjunto de la sociedad en condiciones de establecer un precio.
Por eso sostenemos que hay que confrontar a la inflación, o sea, al poder, y cada país la confronta en la manera que “puede”.
Políticas antiinflacionarias
La corriente hegemónica del pensamiento económico (neoliberal, liberal ortodoxa, monetarista ortodoxa, se la denomine como se quiera) actúa como está actuando EEUU en este momento. La Reserva Federal (banco central) viene aumentando la tasa de interés, y anticipa que profundizará esa política monetaria si no logra bajar la tendencia alcista de los precios.
De lo que se trata es de enfriar la economía, restringiendo la circulación monetaria. La perspectiva es la desaceleración económica y la tendencia hacia la recesión, con las consabidas consecuencias sociales en materia de cierre de empresas, de cesantías, suspensiones y caídas de los ingresos salariales.
Esa es la receta liberal que se extiende en la política monetaria del orden capitalista contemporáneo. Es la receta de la corriente de política económica que gobierna hoy el capitalismo mundial: en EEUU, en Europa, o en Japón, la receta es aumentar la tasa de interés.
Curiosamente, o no tanto, en Argentina también viene aumentando la tasa de interés. Si en EEUU apuntan a una tasa del 4%, el Banco Central de la República Argentina ha establecido tasas de política monetaria del 75% (nominal anual) o 107,5% (efectiva anual).
Son valores que proyectan imposibilidad de crédito para la expansión de la producción y una mejora en el empleo y la distribución del ingreso.
Entre los principales beneficiarios de esas elevadas tasas de interés, están los sectores especulativos, especialmente la banca, destinatarios de las LELIQ, Letras de Liquidez que emite el banco central para intentar secar la plaza y por lo tanto ir a esa política de austeridad financiera.
Las LELIQ prácticamente duplican la base monetaria y suponen un costo elevado a costa del conjunto de la sociedad y en beneficio de sus tenedores.
Pero claro, EEUU al mismo tiempo establece una legislación compensatoria, caso de la ley antiinflacionaria que apunta cuidar el empleo y la producción local, sobre todo en el sector automotriz y de las autopartes para favorecer la producción local. Eso generó la protesta de la industria de México de fuerte relación productiva y comercial con EEUU, y por supuesto de Europa, donde las automotrices europeas no pueden acompañar lo que acontece con los beneficios de la industria automotriz estadounidense.
Eso muestra a un estado estadounidense con poder para enfrentar al fenómeno inflacionario al modo liberal, aun a costa de sus aliados en la geopolítica global.
¿Y en Argentina qué?
En Argentina la política inflacionaria esta condicionada por el FMI, que en primer lugar pide eliminar subsidios, lo que supone aumentos de tarifas, o sea, aumento de precios, lo que impacta en la inflación.
Al mismo tiempo, el acuerdo sustenta la cancelación de la deuda, que genera intereses cuantiosos a solventar con una acrecida recaudación tributaria.
Convengamos que siendo el IVA la principal recaudación tributaria en el país, la inflación termina siendo funcional a los objetivos de captar recursos para hacer frente a los compromisos externos, con acreedores privados y el FMI. Se trata de un acuerdo a contramano de una política antiinflacionaria.
¿Qué debiera hacer el estado argentino? Confrontar con el poder, con los que definen, en origen, el proceso de remarcación.
Es una cuestión política que requiere cohesión en el poder ejecutivo, que requiere un debate profundo en el poder legislativo y judicial, que demanda una fuerte articulación de las distintas esferas del poder para confrontar con los que deciden los precios.
Para ello se necesita un gran trabajo de consenso en el conjunto de la sociedad, en donde pareciera que ni el oficialismo ni la oposición están en condiciones de hacerlo, puesto que entre ellos se negociaron las reestructuraciones de la deuda desde 1983, recientemente ratificadas, pese a las condiciones excepcionales para denunciar el carácter odioso de la misma, incluso ante el impacto de la pandemia y ahora de la guerra en Ucrania.
Hace falta en Argentina una alternativa política que resuelva y decida una confrontación con el “poder”, responsable de las remarcaciones de precios y por ello, de la elevada inflación.
Buenos Aires, 7 de noviembre de 2022
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Julio C. Gambina
Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP
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